Hoy vamos a hablar de algo que nos toca muy de cerca: el arte de ser madre sin dejar de ser la increíble mujer que siempre hemos sido. Porque sí, ser madre es maravilloso, pero no debemos perder nuestra esencia en el camino. ¡Vamos a ello!
Ser madre implica una gran transformación en la vida de toda mujer que, si no es consciente, puede llevarla a olvidarse de sí misma. Una mujer puede ser una gran madre, sin dejar de ser una gran mujer.
¿Qué implica ser madre sin dejar de ser mujer?
Ser mujer
Antes de ser madre, la persona ya es una mujer. Más allá de la definición biológica, ser mujer implica ser la persona que siempre has sido, que te gusta y que te gustaría ser.
En otras palabras, ser mujer es ser la protagonista de tu propia vida. Sin embargo, ¿Cómo afecta a la mujer el ser madre?
Ser madre
Para muchos, ser madre es una gran bendición. Participar en el proceso de creación de una nueva persona es simplemente milagroso. No obstante, también es una labor que exige de una gran dedicación pues el pequeño depende totalmente de su madre para sobrevivir.
Así, la madre en su afán por cuidar de la mejor manera a su bebé, puede que olvide sus propias necesidades, aquellas que eran más sencillas de satisfacer antes de la llegada del hijo.
Incluso hay mujeres que se olvidan tanto de sus necesidades y de ellas mismas, que aún cuando los hijos van creciendo, y ya no les necesitan como antes, ellas siguen sin satisfacer sus necesidades o viviendo por y para sus hijos olvidándose en todo o en parte de ellas mismas.
El papel de la sociedad y los roles de género
En ocasiones, la sociedad suele ejercer una excesiva presión con respecto a lo que debemos ser. La perspectiva de género que la sociedad ha creado e impuesto a las mujeres a lo largo de los siglos se simplifica en la siguiente frase: “Primero, los hijos; segundo, la pareja; y tercero, ella”.
Es decir, en el papel de madre, la mujer debe sacrificar sus metas, deseos y tiempo para cumplir con el rol que la sociedad ha marcado como el “deber ser” de una madre. En otras palabras, invierte el orden de ser mujer y madre para convertirse en madre y después mujer.
Si eres una mujer que se sacrifica a sí misma por el bienestar de sus hijos, entonces la sociedad te dirá que eres la mejor madre del mundo. Sin embargo, tal vez no te juzgue del mismo modo si de vez en cuando decides darte un tiempo para ti.
Y es que se tiende a creer lo siguiente: puedes ser la mejor madre, pero olvidar que eres mujer; o bien, ser una gran mujer, pero no ser una buena madre.
¿De qué lado estás tú?
Pregúntate lo siguiente: ¿Cuándo fue la última vez que tomé un poco de tiempo para hacer lo que me gusta? No sólo es el hacer ejercicio, el salir sola con tu pareja o tus amigas, sino el dedicar tiempo a eso que quiero aprender, a ese viaje…(pon ahí lo que estás postergando tal vez desde que fuiste madre) Si tu respuesta no tiene una fecha concreta, entonces estás olvidándote un poco de ti y de tu bienestar.
Por supuesto, no hay que irse hacia los extremos: sacrificarse en demasía o abandonar a los hijos. Ambos casos son negativos tanto para los hijos como para la madre.
¿Cómo es posible ser madre sin dejar de ser mujer?
Para saber la respuesta a la pregunta anterior es fundamental comprender lo siguiente: antes de ser madre, eres una persona. Como individuo, tienes necesidades que ni tus hijos o tu pareja si la tienes pueden satisfacer totalmente.
El equilibrio es la clave
Para saciar las necesidades individuales es preciso recuperar tus espacios individuales, delegar tareas y ceder algunas responsabilidades. Sabemos que las madres son tan capaces que podrían hacerlo todo por ellas mismas. No obstante, tales conductas salvadoras o rescatistas no suelen conducir a estados saludables, sino todo lo contrario.
Por eso, es necesario buscar la manera de conciliar tus obligaciones con tus necesidades. No estás sola, puedes apoyarte en tu pareja, familiares y amigos para hacerle frente a los retos de la maternidad, en lugar de sacrificarte totalmente.
Fuera la culpa
Recuerda que, como cualquier otra persona, debes cuidarte y dedicar un tiempo a tus necesidades, aunque venga la culpa a visitarte.
Reflexión final
Ser madre es un viaje increíble, pero no olvides que tu esencia como mujer es igual de importante. Encuentra el equilibrio, disfruta de cada momento y nunca dejes de ser tú misma. ¡Eres increíble!
Hasta la próxima, ¡y no olvides cuidarte tanto como cuidas a los demás!
Espero que este post te haya inspirado a encontrar el equilibrio perfecto entre ser mamá y ser la mujer extraordinaria que eres. Comparte tus experiencias y consejos en los comentarios. ¡Nos leemos pronto!